viernes, 5 de febrero de 2010

El engaño de una obra de arte

Dicen que “Roma, non basta una vita”. Y yo, de verdad, empiezo a creerlo. Caminar diez metros requiere el tiempo que presten las ganas, la prisa y la debilidad o fortaleza para extasiarse con cada fachada, cada rincón, cada reliquia que se encuentra en este museo abierto que es la Ciudad Eterna. Esperaba con impaciencia el autobús, en Via del Corso. Tardaba en venir, como es habitual, así que me detuve en una bocacalle, estrecha y oscura, como tampoco deja de ser habitual cuando el sol se esconde. Me adentré en ella y llegué a una preciosa iglesia barroca. Y me di cuenta de que era la Chiesa de Sant’Ignazio di Loyola, de la que alguien me había hablado y a quien doy las gracias por no haberme contado lo que esconde para poder sorprenderme y contemplarlo atónita con mis propios ojos. No me lo podía creer cuando vi esa perfecta cúpula. Falsa. Dibujada. La miré y la remiré pensando para mis adentros dónde estaría el truco. Perspectiva pura, punto de fuga, perfección... ¡Engaño! Me acerqué a la bóveda. También falsa, hecha de impresionantes frescos. Y dejé que el tiempo pasara.
Si uno logra mirar durante unos instantes y no deja que las cervicales se resientan, las figuras cobran movimiento. Llegué a pensar que en cualquier momento iban a abalanzarse sobre mí. O quizás creí volar e integrarme en ellas. Y entonces me fui, pensando que podía acabar estampada en esa bóveda...
-Tomé un par de fotos que espero puedan reflejar lo que hay ahí dentro-

1 comentario:

  1. Yo sí sabía lo que iba a encontrarme. Lo mejor es que quien me dio el dato de la "falsedad" me dijo el nombre de otra iglesia, así que también la visité y dije: bueno, sí, está bien, pero no es para tanto. Y, de repente, una tarde cualquiera, perdiéndonos por las callejuelas de la Ciudad Eterna, llegamos a San Ignacio. Nos dio por entrar y ¡oh, sorpresa! Ésa era la iglesia de la que me habían hablado y no la otra que yo había visitado. Quedé igual de impresionada que tú...

    Gracias por seguir trayéndonos trocitos de esa maravillosa ciudad y enhorabuena por los logros que estás teniendo en ella (gran crónica sobre la Dolce Vita, cómo la disfruté). Muchos besos

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